Comencé a sentir que era mío
el torbellino de distancias
y tenues luces
que golpeaba mi ventana.
Al otro lado de ésta,
el mar incauto reclamaba soledades
y yo,
que no tenía nada que ofrecer
me sumergí en el frío cuarto
en el que escondo a la razón
y allí me quedé
sorbiendo necesidades
lamiendo heridas
buscando la respuesta
a esa pregunta
que nunca formularé.
el torbellino de distancias
y tenues luces
que golpeaba mi ventana.
Al otro lado de ésta,
el mar incauto reclamaba soledades
y yo,
que no tenía nada que ofrecer
me sumergí en el frío cuarto
en el que escondo a la razón
y allí me quedé
sorbiendo necesidades
lamiendo heridas
buscando la respuesta
a esa pregunta
que nunca formularé.
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