2 de diciembre de 2012

oAsIs

En el instante oculto,
tu voz,
como un río de lágrimas amargas
ha dejado de golpear
contra las costas de mi comprensión.
Has tensado su límite
con abnegada tiranía,
como si la vida misma
se te fuera en ello
y el chasquido seco 
que tan sólo duró un segundo
al romperse,
nos sorprendió a los dos.
Te vi caer
al tiempo que te alejabas
y fui incapaz.
Y hoy,
que la vida me insta a verte,
apenas queda luz,
tan solo sombras,
sin vestigios de nosotros.
Apenas nada de lo que fui 
me basta para intentarte
y juego en el barro intolerante
donde hasta ayer,
habitaba tu oasis.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí, gracias.