26 de marzo de 2009

De mujeres sucubos y hombres macedonia

Nunca afirmes haber visto de todo, aunque tu almanaque interno haya dado ya varias vueltas, porque puedes incurrir en un grave error.
Con la mirada cansada a esas horas de la vida, creía erroneamente saber de todo lo que acontese y algo más, pero, cuan equivocado estaba. Agasapada en una esquina, vi al sucubo actuar y/o atacar con nocturnidad y alevosía al pobre hombre macedonia. Este, indefenso, solo podía dejarse poseer ya que los influjos de aquel ser demoníaco mermaban su ya mermada voluntad y su boca, poseida por los reflujos pestilentes del súcubo en cuestión no gritaba o acusaba huida alguna, es más, ojos injenuos darían buenas nuevas ante aquel legado de putrefacto "amor" (por favor, leanse comillas). El hombre macedonía creyó tener en su red de viejo bucanero al más apetitoso de los moluscos que osaban esa fría noche irrumpir en los mares de sus deseos y con su espada dispuesta ya a librar una nueva, pero repetida batalla, vió al mismisimo diablo cernirse sobre él y sobre todo aquello que quería y ese hombre, de labia sabia, de modos controlados, de consejo acertado, ejemplo de padre entregado y marido abnegado, oyó con estupor como las fauses del infierno gritban su nombre, violando su morada, desterrando a suyos y ajenos de la maqueta paraiso que con sus finas manos construyera, (pobre hombre macedonia) y fué así como él, sumido en la verguenza del no poder o del no saber como poder, encerrose en su camarote con su hombría por llavero a modo de cascabel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí, gracias.