25 de marzo de 2014

Volar...

Y subió a lo más alto que pudo imaginar,
desafiando a su instinto, su especie.
Escaló estados inimaginables de su propia mente,
como un viejo ilusionista desechó redes, toda protección.
Lo arriesgó todo porque soñar que podía le bastaba.
Y aún, flaqueando en las fuerzas, en la voz, en las manos,
no dejó de escalar, 
hacia arriba,
hacia lo más alto,
allí, donde él creía que debía estar.
El viento generado por las voces que desde abajo temían, 
lo hacían dudar de a ratos, a cuenta gotas, como un estiletazo voraz 
al centro exacto de su propio equilibrio, pero nada, el quería alcanzar sus sueños y comprendió, que la única forma en que podría hacerlo
era soltarse de todas las amarras terrenales
y empezar a volar.-

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