18 de diciembre de 2012

Sueño perturbado

Algunos momentos están concebidos en el miedo,
no sabes cual es tu signo de puntuación correcto 
y sufres por no ser tu y tampoco te incitas a reaccionar.
Mueres a cada momento en que cierras los ojos
y te dejas vencer por la oscuridad.
Yo lo sé, viví cuatro de mis siete vidas
al otro lado de los truenos y perdí la fe,
no sabía cual era el momento para escapar.
Alcé la voz por encima del viento atroz
y sucumbí a la dentellada despiadada del silencio.
Paredes de mármol de siete leguas de alto
con uñas mortales clavadas hasta sangrarme
me obligaron a aprender a observar,
no era yo quien agonizaba en esa celda impenetrable
era mi voluntad, que entregada a la desesperación
sucumbía como la llama de una vela 
en medio de un huracán ensordecedor de plegarias vacías.
Marchito de alas abrí los ojos a la luz y ésta ya no estaba,
todo era sombra, la torpeza de mi pensar atrofiado
me revelaba el instante de locura próximo 
fui presa de mi propio yo, que desde las sombras, 
desde el claustro que a base de malogrados recuerdos
yo mismo forjé, me miraba indolente y fui incapaz.



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