12 de septiembre de 2012

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No temas, nada es tan terrible o funesto que merezca una gota de inquietud.
Aprendí a volar por los cementerios de mi alma, apresurando el vuelo en las ráfagas de lágrimas que los azotan, intentando escapar a fuerza de alas y certidumbre del dolor.
Se valerme de la oscuridad que a otros consume para hacerme fuerte, ésta, no deja de ser otra de las miles de formas que existen para luchar cuando un solo dedo te impide ver el sol.
Soy el todo y la nada dentro de mi y en ese camino de ida y vuelta me reconozco y me acepto, me miro en los espejos rotos del alma y sé que lo que de mi quiero, sigue intacto, está ahí, aguardándome.
Suelo hablar con mi oscuridad, la dejo expresarse a través de mi boca para que fluya y no quiera cernirse sobre mi razón o peor aún, sobre mi esencia, ella es libre de opinar, pero la última palabra, sobre ella, siempre será la mía.


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