20 de septiembre de 2012

ADN

Es verdad!!!
El tiempo lo cura todo.
Seca las lágrimas, cicatriza el alma, hace que el dolor nos sea intransigente y apenas duela, nos devuelve la voz, la calma, erradica gran parte de la nostalgia que se había adueñado de nuestros pensamientos y se asentaba en un rincón oscuro, quizás de nuestro corazón. Pero el ADN emocional que nos rige se ve alterado, no es el mismo de ayer y de esa mutación no nos salva nada, comenzaremos a andar por la vida con esa sensación de precaución y de alerta constante, para que cuando llegue alguien, el día de mañana y quiera ver nuestras cicatrices, no tenga ni la más mínima oportunidad de reavivarlas.

1 comentario:

  1. Cuento - prólogo de Jorge Bucay, en un libro de Silvia Salinas: TODO "NO TERMINÓ".

    Demasiado largo, es solo un fragmento,completo Ver LInk : http://psicoletra.blogspot.com.es/2009/06/todo-no-termino.html

    “Érase una vez ... en una preciosa y hermosa isla habitaban todos los sentimientos y emociones humanas que se pueden sentir. Convivian el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustia, la Alegría, la Tristeza y muchos mas. Todos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila incluso hasta previsible. A veces, La Rutina, hacía que El Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces, La Constancia y la Convivencia lograban aquietar a el Descontento. Un día inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracción se dió por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes.
    El Conocimiento Dijo:
    - Tengo una mala noticia para darles: la Isla se hunde

    Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
    - ¡No como puede ser!. ¡Si nosotros vivimos aqui desde siempre!
    El conocimiento repitió:
    - La Isla se hunde
    - ¡Pero no puede ser!. Quizás estás equivocado!
    - El Conocimiento casi nunca se equivoca - dijo la Conciencia, dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser por que se hunde.
    – Pero, ¿qué vamos a hacer ahora? -preguntaron los demás............

    Entonces el Conocimiento contestó:
    - Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de abandonar la isla....
    Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero...Todas... salvo el Amor.

    Por que el amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
    - Dejar esta isla... después de todo lo que viví aquí... ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahhh.... Compartimos tantas cosas...
    Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio de irse, el Amor se subía a cada árbol, olió cada rosa, se fué hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacer en otros tiempos. Tocó cada piedra...y acarició cada rama...

    Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir nada,............................


    De pronto, el Amor sintió que alguien chistaba:
    - Chst- Chst- Chst...
    Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote a remos.
    El Amor se sorprendió:
    - ¿A mi?- preguntó, llevándose una mano al pecho.
    - Sí, sí- dijo el viejito-, a tí. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.

    El Amor lo miró y le quiso darle explicaciones:
    - Lo que pasó, es que yo me quedé...
    - Entiendo -dijo el viejito sin dejarlo terminar la frase-, sube
    El amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla.
    No pasó mucho tiempo antes de poder ver como el último centímetro de la isla que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre.
    - Nunca volverá a existir una isla como esta - murmuró el amor, quizás esperando que el viejito lo contradijera y le diera alguna esperanza.
    - No -dijo el viejo- como ésta, nunca.

    Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo.
    Se dio cuenta que iba a seguir existiendo.
    Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido.
    Entonces, el Amor, muy intrigado, fué en busca de la Sabiduría para preguntarle:

    - ¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me salvó... Nadie comprendía que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es...
    Entonces la Sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:

    - Es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse.
    El que te salvó, Amor, es ...
    ... el Tiempo....”

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