Seré la eternidad
o el elixir que contiene
el instante,
ya nadie me verá
cuando por fin las
cornisas me abracen.
No quiero vuelta atrás
ni siquiera oír el eco
roto
de tus lagrimas cuando me
llamen.
No. Déjame ir, deja que me
escape,
Es que por fin comprendí
que solo somos carne.
Solo enferma carne.
La fiesta empezará
y el dolor de la ciudad
que arde
me devolverá
al mar donde mi sangre se
convertirá
en la espuma que beberás
con hambre,
con despiadada hambre.
No. Déjame ir, a donde no
haya nadie.
El dolor en mi ya no es
artificial, es desgarrante.
Mi mente lo sabe.
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