7 de marzo de 2011

Monigotes


Podemos saber con tan solo una mueca, que algo no va bien.
Somos capaces de apreciar el más insignificante de los detalles.
Estamos preparados para ser todo aquello que se espera de nosotros, incluso, estamos dispuestos a dejar nuestros sueños a un lado para no interferir en los sueños de otro. Pero, ¡¿hasta cuándo?! se nos consume día a día el alma y se va apagando, como si fuera la vela dentro del vaso, con esa misma letanía, con ese antojo agobiante al sufrimiento, nos consumimos y no vemos más allá de nuestras narices, nos ahogamos en el llanto reprimido y damos torpes señales a falsos guarda vidas, traficantes de dolor, mercaderes de la falsa comprensión, narcos de pacotilla que trafican por debajo de las mesas de los antros un amor sintético y adulterado.
Nos creemos a salvo en sus brazos y en sus copas. Saben bien lo que queremos y nos lo dan, sacan de la chistera todo lo que pedimos, tienen siempre las palabras que deseamos, la caricia justa, el piropo oportuno, pero en realidad, esos virtuosos de la charlatanería son aves de rapiña, carroñeros que se alimentan de los restos de las personas, nos hunden más para tenernos más cerca, pero nosotros, tristemente, sucumbimos a la miel en los oídos, nosotros, que podemos saber con tan solo una mueca, que algo no va bien.

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