12 de mayo de 2011

De cacería

"Haz lo que yo digo y no lo que yo hago" era lo que solía decirme el facha del cura que llevaba el colegio en el cual hice la primaria. Claro que algunos dirán al leer esto, "decir facha y decir cura es redundar" y también es verdad, pero no vayamos a caer en el cliché de meter a todos los gatos (leamos curas) en el mismo saco. Es como decir que todos los curas son pederastas, no, son pederastas la mayoría de los curas pero no todos. Esto que el cura en cuestión, hoy por suerte convertido en abono de amapolas me decía, viene a colación de algo que he visto en el facebook hace poco, tan poco hace que concretamente fue ayer. ¿Cómo pueden determinadas personas, tener la cara dura tan grande de hacer aquello mismo que prohíben?, ¿cómo se puede tener la tan poca vergüenza de vetar una acción y acto seguido realizarla ellos con total impunidad?, eso es de seres rastreros, miserables y acomplejados, a tal punto, que su felicidad pasa por humillar a quienes están a su alrededor. Me dan pena, son tan lamentables que paso de nombrarlos, paso de evidenciarlos, pero sepan que la veda está abierta y tengo material del bueno, reliquias olvidadas que no dudaré en utilizar cuando decida que es hora de emprender la caza.

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