26 de febrero de 2011

Impulso


De un trago,
como un latido inconcluso
que se revela,
bebió su propia muerte,
obligada por el fuego inhumano
por el impulso incontestable
de su propia vida,
que se iba esfumando
a cada segundo
a cada espasmo.
Consternada
ante esta nueva visión de su futuro inmediato,
bramo y su grito
abrió las fauces del infierno
desató su alma que aferrada a sus huesos
desesperada, no quería salir,
no deseaba abandonarla,
y la entregó en sacrificio
y al fin cayó
derrumbada
vacía
convertida en nada
ante los ojos atónitos
de todos los muertos
que en ella habitaban.

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