28 de diciembre de 2010

Caras y Caretas

Ya me aburre ver como gente con la cual solíamos tener cierta afinidad, de la noche a la mañana, se convierte en algo totalmente desconocido. Mutan de costumbres y actitud, transformándose en lo mismo que hasta ayer ellos criticaban de forma vehemente, dejan a un lado lo que eran y se colocan la careta de gilipollas integral. Porque para cambiar tan radicalmente solo cabe pensar que se es un acomplejado o acomplejado y sin personalidad. 
Cuando uno tiene claro lo que quiere y lo que tiene lo satisface, no hace falta cubrir las pocas carencias que puedan existir acomplejando al resto diciendo que lo que hasta ayer nos parecía bien hoy lo vemos ridículo y soltárselo a la cara con total impunidad, como si el nuevo yo, esa versión 2.0 del estúpido descerebrado que llevan dentro controlara su cerebro haciéndoles decir burradas sin sentido. ¿Qué te has creído?, ¿qué te hace pensar que eres mejor que el resto de mortales?, ¿hasta dónde alcanza tu estupidez?, ¿o es que acaso te hicieron una lobotomía y con ella arrastraron tu personalidad? 
Es triste, porque a la mayoría de esa gente le teníamos aprecio y ellos, tan obcecados por mostrarse distintos, se llevan por delante lo que fueron y todo aquello por lo que los queríamos a nuestro lado y ahora, que nosotros decidimos marcar distancia, con dolor, ya que nos cuesta reconocerlos, van ellos y creen, que lo que nos mueve a alejarnos es la envidia. Se miran unos a otros incrédulos, pero satisfechos, ya que en su mediocridad, creen que nosotros realmente anhelamos ser así y no tenemos capacidad o voluntad para conseguirlo. Ahí se quedan. Yo me desmarco. Me daría verdadera vergüenza que alguien creyera que yo soy igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí, gracias.