Uno sabe que si bien las heridas que nos ocasionan nuestros opresores suelen con los años cicatrizar, nos quedaran a modo de recordatorio las marcas a flor de piel y otras más dolorosas y profundas en el centro exacto de la memoria y el corazón. Quien lo haya sufrido lo sabrá. Alfredo Zitarrosa plasmó con una poesía emotiva e inigualable el sentir de los que como él, nunca claudicamos en nuestro modo de pensar, aunque nos obligaran a vivir de rodillas.
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